Autor: Gómez Almaguer David
La investigación, para bien o para mal, se ha dividido en investigación clínica o aplicada y básica. La primera surge de las observaciones derivadas de la interacción del médico y sus pacientes, mientras que la segunda se origina en el laboratorio y no se relaciona de manera directa con los enfermos. La investigación clínica requiere la existencia de los pacientes y un entorno generalmente hospitalario, si bien esto no es indispensable. La investigación básica, por lo regular, depende de un laboratorio o grupo de laboratorios con tecnología y personal capacitado en diversas disciplinas y con adiestramiento en investigación. No todos están de acuerdo con esta división. Ruy Pérez Tamayo señala que más que investigación clínica o básica existe buena o mala investigación; sin embargo, las condiciones para una “mala investigación” están del lado de los clínicos fatigados y desmoralizados del sector público. Como es de suponerse, la investigación que se practica en los hospitales públicos y privados es en gran parte clínica, ya que no se tiene la estructura para desarrollar la parte básica. Pocas excepciones se encuentran en nuestro país. La investigación clínica suele confundirse con simples observaciones de enfermedades o grupos de pacientes, lo cual a los teóricos del tema no les parece investigación, si bien este esfuerzo puede generar datos interesantes y útiles al conocimiento médico. En ocasiones el presentar en forma organizada una serie de casos de una enfermedad poco frecuente en algunas partes del mundo puede generar una “investigación” e, incluso, publicarse en todo el mundo; podrían citarse varios ejemplos en México: cisticercosis, tuberculosis, etc. Debe admitirse que esta clase de investigación puede mejorarse si se añade una hipótesis, metodología, esfuerzo, imaginación y ética. Sin embargo, la gran mayoría de las observaciones clínicas en medicina pública asistencial no tienen la calidad necesaria para trascender, por lo general quedan en intentos que no van más allá de un cartel en un congreso de mediana calidad y nivel local. La raíz de este esfuerzo, malo e inútil, es la pobre preparación del médico en investigación durante su formación básica y de postgrado, además de la falta de incentivos para efectuar investigación o desarrollarse en este campo. La medicina asistencial está preparada para atender enfermos, no para fomentar el desarrollo de los investigadores. En muchos hospitales puede encontrarse un Departamento de Enseñanza e Investigación, cuya función es generalmente decorativa o misteriosa, pero brinda oropel y sirve para despistar.
2006-01-26 | 1,229 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 7 Núm.29. Octubre-Diciembre 2005 Pags. Med Univer 2005; 7(29)