Dolor y duelo.

Primera parte 

Autor: Ibarzábal Ávila María Eugenia

Fragmento

Es viernes por la noche. Voy saliendo del consultorio, hace frío. Empiezo a caminar mientras reflexiono sobre el último paciente que vi esta semana. Se trata de Ana, de 49 años y divorciada desde hace mucho tiempo. La primera vez que asistió al consultorio fue hace cinco años, cuando su hijo mayor recién terminó la licenciatura con mención honorífica. El problema fue que desde la salida de la universidad se la pasaba en su recámara sin salir, sin bañarse, sólo hablaba con ella y se peleaba con el hermano, dos años menor que él, por la atención de la madre. Ninguno de los dos ayudaba a Ana ni al mantenimiento ni al cuidado de la casa. Ella, desesperada, acude a consulta al sentir una gran carga por el peso económico y la falta de apoyo de ambos siendo ya adultos; entonces se inicia una terapia de familia para definir roles y responsabilidades, sin embargo, en la entrevista individual con el hijo mayor se detecta alteración en la ideación y en la ubicación temporo-espacial, por lo que se le recomienda asistir a consulta psiquiátrica. Se logra llegar a algunos acuerdos respecto a los límites intrafamiliares y a otros con la familia de origen de ella, ya que tenía una relación de sobreinvolucramiento con la hija y los nietos.

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2006-02-28   |   950 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 4 Núm.5. Marzo 2006 Pags. 21-24 Dol Clin Ter 2006; IV(5)