Autor: Velasco Ortega Carlos Erich
"El que no conoce el pasado, está condenado a repetirlo", "sin pasado no hay futuro", "renovarse o morir", o cualquiera de estas frases hechas bien podrían encabezar el presente comentario. De la misma manera, cuando el vecino arroja desperdicios o basura a nuestro terreno, a nuestra casa, podemos tomar dos caminos: recoger la basura, pensar que fue un error o un acto irreflexivo y que seguramente no se repetirá, o podemos enfrentar el problema, hacer del conocimiento de nuestro vecino que no estamos de acuerdo con su acción y nuevamente, enfrentarnos a dos posibles escenarios. Que el vecino se disculpe, se apene y no lo vuelva a hacer, o que nos rete nuevamente y arroje basura cuantas veces se le antoje. De nueva cuenta, tendríamos dos caminos: recoger la basura cuantas veces sea necesario y darnos por vencidos o enfrentar al vecino haciendo uso de cualquier acción legal a nuestro alcance para impedir de una vez por todas que se repita su acción. Seguramente nos sentiríamos muy sorprendidos si al enfrentar al vecino, éste nos asegurase que alguien de nuestra propia familia le ha dado permiso para arrojar cuantas veces desee, su basura a nuestra casa. Aunque parece que los apotegmas al inicio del presente escrito no tienen nada que ver con el cuento del vecino, permítanme escribir un poco sobre "nuestra casa", su tradición, su pasado, su presente y futuro antes de concluir este cuento aparentemente sin relación o sin sentido.
2006-03-08 | 894 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 34 Núm.1. Enero-Marzo 2006 Pags. 4-7 Rev Mex Angiol 2006; 34(1)