Autores: Cardona Zorrilla Andrés Felipe, Rivera Rodríguez Diana Esperanza
En 1992, la solicitud de ingreso a la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos por el astrónomo Carl Sagan fue rechazada. Sagan, el científico más famoso de este país y uno de los más aguerridos defensores de la ciencia a nivel mundial, desarrollaba una incansable actividad de divulgación. Dos años más tarde, la Academia lo honró con la Medalla al Bienestar Público. Con este hecho, Sagan derrotó dos grandes prejuicios, que circundan a los científicos que eligen comunicar los resultados de sus investigaciones: la idea de que quien lo hace desperdicia tiempo de su verdadera tarea, la investigación; y la premisa, de que los investigadores no saben nunca hacerse entender. La investigación científica es el medio para demostrar el grado de progreso de una sociedad. Durante la década de los noventa, el promedio estimado de investigadores potenciales en América Latina y el Caribe fue de 746.000, cifra que representó el 4,28% del total mundial y el 36,3% de los existentes en los países en vía de desarrollo, en contraste, América del Norte concentró el 30% de este recurso a nivel global. Para este periodo de tiempo, solamente se ubicaron 11.759 científicos potenciales por cada millón de habitantes, lo que situó a nuestra región por debajo de la media mundial, siendo ligeramente superior a la proporción encontrada en los países en vía de desarrollo, e infinitamente menor que las medias correspondientes a los países industrializados. Este informe atrajo también la atención sobre las limitaciones en cuanto a la producción científica.
2006-03-15 | 1,465 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 9 Núm.2. Abril-Junio 2005 Pags. 3-4 Rev Col Cancerol 2005; 9(2)