Donato Alarcón Segovia

Autor: Lamas Marta

Fragmento

Cuando la muerte de un ser querido cala es el momento de hablar. Confrontados como estamos con la ausencia de Donato Alarcón Segovia hoy compartimos aquí un momento para rememorar. De Donato Alarcón se pueden recordar muchas cosas: su integridad, su humanismo, su inteligencia, su don de gentes, su rigor y espíritu científicos. Fue, según expertos, el mejor investigador clínico mexicano del siglo XX. Esa pasión y fuerza que tuvo para la investigación la trasladó a su función pública como director del Instituto Nacional de Nutrición, donde logró mejorar aún más el nivel de excelencia que esa institución ya tenía. Pero es un absurdo que yo pretenda hablar, en el Auditorio de la Facultad de Medicina y ante los colegas de Donato, de su trayectoria médica. Quiero, en cambio, hablar como paciente y amiga. Lo conocí hace casi cuarenta años, cuando salvó a mi padre de perder el único riñón que tenía y se convirtió en el médico de mi familia. A mi madre la trató durante treinta años de una rara enfermedad –vasculitis alérgica– y a mi hermano lo curó de todas las dolencias comunes que presentaba. Cuando mi hijo nació, hace treinta y cinco, él me recomendó como pediatra a nuestro hoy dolorosamente desaparecido Roberto Kretschmer. Yo fui su paciente unos pocos años, pues muy pronto me alivió de una incipiente bursitis.

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2006-05-26   |   262 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 48 Núm.5. Septiembre-Octubre 2005 Pags. V-VI Rev Fac Med UNAM 2005; 48(Supl. 1)