Se entiende como paradoja a una declaración en apariencia verdadera que conduce a una autocontradicción lógica o a una situación contraria al sentido común: es “lo opuesto a lo que uno considera cierto”. Definida así la leptospirosis entraña una singular paradoja: la información epidemiológica indica que el agente potencialmente patógeno infecta a numerosas especies animales, que el hombre es susceptible a esta enfermedad que las condiciones ambientales que propician el enlace entre el huésped y el agente (según lo indican los estudios sexológicos en amplias regiones tropicales) es frecuente: aunque la enfermedad también puede ocurrir en ambientes seguros donde la gente convive con “mascotas” no protegidas periódicamente. Trataré de aclarar estas presunciones. El hecho de catalogar la leptospirosis como enfermedad “ocupacional” ligada con actividades agrícolas: como el cultivo de arroz, en personas dedicadas a la crianza o al cuidado de animales: como ganaderos, pastores y veterinarios, o entre aquellos que hacen la limpieza en estanques o piscinas, restringe la posibilidad de que el médico piense en esta enfermedad ante un niño enfermo. Si a este obstáculo mental se le suma el argumento de que es una zoonosis ampliamente extendida en el mundo: en especial en los lugares húmedos y calurosos, con intensa precipitación pluvial e inundaciones, y se considera que en esos lugares la gente acostumbra caminar sin zapatos, exponiendo su piel y mucosas en contacto con el agua o suelo húmedo contaminado por orina de animales infectados por la leptospira, hace pensar que esta enfermedad es endémica en animales y humanos con una variación estacional bien definida: en la época de lluvias.
2006-06-01 | 1,234 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 73 Núm.1. Enero-Febrero 2006 Pags. 3-4 Rev Mex Pediatr 2006; 73(1)