La terapéutica científica o terapéutica racional surgió del acercamiento de la medicina y las ciencias a partir de la antigua Grecia. Poco a poco, la medicina europea fue abandonando el frágil terreno de los empíricos y el incierto sustento de lo mágico, de lo espiritual o lo divino, para establecerse como una disciplina con fundamento en la observación sistemática, en la experimentación y en la evidencia. Podríamos postular, entonces, como un punto de partida, que la medicina científica es una medicina fundamental en la razón. Sin embargo, en esta exposición sobre la dimensión científica de la terapéutica, debo aclarar que no debemos subestimar su dimensión empírica o su dimensión espiritual como recursos posibles en la búsqueda de la salud. De hecho, podría considerarse que todo elemento científico de nuestra cultura procede de un precursor mágico o empírico que, repito, a través de la experimentación, llegó a convertirse paradójicamente en lo que es hoy: su propio contradictor. El planteamiento de esta evolución aparecía ya en el epílogo de la obra titulada Botánica indígena escrita por el naturalista santandereano Florentino Vezga a mediados del siglo XIX.
2006-06-14 | 1,516 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 10 Núm.2. Junio 2006 Pags. 65-70 Infectio 2006; 10(2)