Autor: Ángeles Medina Fernando
Hoy en día la odontología avanza a pasos agigantados en la búsqueda del ideal común: que el paciente tenga plena salud bucal. Por supuesto, la salud bucal incluye la integridad en el número de las piezas dentales; bajo esta premisa, la medicina odontológica de carácter preventivo tiene mucho trabajo por realizar. Los programas a nivel mundial han comprendido ya que la odontología preventiva resulta ser más eficaz que la restaurativa. Sin embargo, la clínica odontológica tiene a la mano muy variados instrumentos mecánicamente eficaces que dan solución oportuna a los problemas que se pudieran presentar en los pacientes. En 1959, Branemark publicó sus primeros resultados acerca de los tratamientos con implantes, mismos que con el tiempo se han ido transformando acorde a las necesidades y funciones del hueso mismo con relación al organismo. Lederman menciona la importancia de cargar los implantes de inmediato utilizando TPS en tratamientos de sobredentaduras con gran éxito. Desde la utilización del titanio liso o pulido como elemento fundamental para la osteointegración, se han ido desarrollando tratamientos que han conseguido que en la actualidad las formas pulidas convencionales se sustituyan por superficies rugosas. La rugosidad sobre los implantes se puede producir de diferentes formas, con métodos de oxidación anódica o con recubrimientos de hidroxiapatita. Sobre estos últimos, las superficies implantarias adquieren su rugosidad por la acción de diferentes ácidos, como el clorhídrico, sulfúrico, fluorhídrico y nítrico, dando origen a las denominadas superficies SLA, osseotite y defcon. He de concluir citando al doctor Agustín Zerón: “el éxito de un implante dental depende en gran medida de dos procesos: la integración de tejidos blandos y la integración de tejidos duros con la superficie del implante”. Dr. Fernando Ángeles Medina Editor
2006-06-22 | 1,373 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 1 Núm.4. Junio 2006 Pags. 1 Rev Mex Odon Clín 2006; 1(4)