Tolerancia: entre la libertad y el horror

Fragmento

La tolerancia define toda actitud y comportamiento, individual, social o institucional, caracterizado por la consciente permisividad hacia los pensamientos y acciones de otros individuos, sociedades o instituciones, pese a que los valores morales o éticos de aquéllos no coincidan, o incluso desaprueben, los de éstos. Los principales actores y receptores de la tolerancia, en su recíproca esencia, tolerar y ser tolerado, son el individuo y el Estado. No es mera permisividad, no implica indiferencia ante la verdad y los valores y por supuesto, no incluye a la simple e indiferente aceptación de las posturas ajenas, como si fuese un espacio abierto a todo. Al contrario, es un camino formado por el encuentro y el entendimiento real de las opiniones divergentes. La tolerancia es garante de todas las libertades individuales, y, en general, de todos los movimientos cuya máxima apuesta es el respeto hacia las ideas o actuaciones no compartidas. En cambio, su antítesis estaría representada por los sistemas sociales y políticos teñidos por el totalitarismo o por actitudes personales relacionadas con el racismo, la xenofobia, el sexismo, la guerra o el terrorismo. El afán de dominio convertido en conflicto es motor del horror. El vencedor siempre se cree en posesión de la verdad y la justicia. Así, por ejemplo, para Alejandro Magno, modelo clásico del hombre de Estado ilustrado, la estrategia de batalla significaba el aniquilamiento de todos los contrarios y la destrucción de la cultura que había osado oponerse a su dominación. Ares se disfraza de razones de Estado y luego, lloroso, se lamenta en boca de sus adoradores por las pérdidas. Deimos y Fobos, sus sempiternos acompañantes, ceban sus horrores en ciudadanos inermes.

Palabras clave: Tolerancia.

2006-08-16   |   1,100 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 2 Núm.24. Julio 2006 Pags. 20-21 Odont Moder 2006; 2(24)