Travesías interiores

Autor: Gutiérrez Vallejo Jaime Iván

Completo

Creación de Álvaro Galindo Después de ganar el Primer Premio en la III International Biennial of Modern Graphic (Novosibirisk, Federación Rusa, 2003), después de su muestra Sociedad moderna (Quinta Galería, Bogotá, 2004) y de Códices de irrealidad (exposición individual dentro de la IV International Biennial of Modern Graphic, Novosibirisk Art Gallery, Novosibirisk, Federación Rusa, 2005), el pintor Álvaro Galindo Vacha nos presenta esta nueva serie de 17 obras. Un paso más en la evolución de su temática. Su lenguaje sigue construyéndose y cuadro a cuadro va estructurándose. Nuevos signos aparecen y otros se transforman. En este caso, su elocuente lírica se desarrolla de manera más moderada, pero más contundente. El color se enfatiza, pues ahora está presente no sólo en los signos, sino que ocupa los fondos enriqueciendo las posibilidades compositivas y de contraste. Cada obra narra una historia particular, lo cual hace que nuestra atención se concentre en la manera de un recorrer guiado por uno solo de sus cuadros anteriores. Es como si nos adentráramos en lo profundo de sus laberintos pasados para detallarlos en cada una de sus filigranas. Sin embargo, esta travesía hacia el microcosmos es en realidad un viaje mágico hacia el macrocosmos, donde el hombre viajante se conecta con la dimensión universal. Las huellas de este recorrer quedan marcadas en su memoria como conexiones cuánticas, sinapsis neuronales a la vez que se esparcen cual tatuajes ancestrales sobre toda nuestra piel. Encontramos nuevos signos que nos rememoran la diana de Jasper Jones o las Silhuetas que nos recuerdan a Rufino Tamayo y se suman al repertorio clásico de elementos kleeanos, kandiskianos1, groszkianos y miroicos, en unas composiciones donde la luz y el color son protagonistas de la narración. Fondos coloridos con sutiles empastes y transparencias que generan una infinitud de tonos, que permiten crear, de manera algo kanitziana2 escaleras y recuadros superpuestos, pero no totalmente presentes, sirven de escenario a figuras esotéricas en colores más luminosos y esmaltados, dentro de las cuales se sucede una transmutación casi alquímica que nos recuerdan los portones, los muros tallados de templos antiguos y, más aún, los vitrales de catedrales mágicas, pero esta vez construidas para hombres contemporáneos. Aquel personaje que parece robado de la novela de Ray Bradbury (El hombre ilustrado), con su cuerpo cubierto completamente de tatuajes, que aparece en la obra Hombre globalizado (100 x 70 cm, técnica mixta sobre tela), y quien conectándose con un mundo superior también cubierto de signos, que vemos sólo parcialmente, parece evocarnos un antiguo maorí que se une al universo a través de sus sueños o un hombre contemporáneo, en cualquier café-internet durante su viaje por la red. Nótese que este personaje nos muestra como no sólo es cuerpo, sino igualmente espíritu... Una línea punteada se redibuja unos milímetros por fuera de su cuerpo, contorneándolo. Aquel rostro igualmente contorneado por un aura punteada en su obra Digitalización del ser (100 x 120 cm, técnica mixta sobre tela), que se asemeja a un hieroglifo egipcio de perfil, nos muestra un mapa de conexiones sensoriales que trascienden hacia el universo desde su cráneo posterior, cual bits que susurran para unirse al flujo galáctico que recorre constelación tras constelación después de cruzar las pirámides sagradas. Aquel elemento robado de Tamayo, abstracto, que aparece en El árbol de las delicias (100 x 120 cm, técnica mixta sobre tela) para recordarnos la presencia del Bosco y los códigos bíblicos nutriéndose de un trío de triángulos, nos recuerda la posición de las pirámides de Egipto, las cuales por medio de tuberías se conectan al tronco del árbol del subconsciente y terminan en manos de la balsa de Caronte, para iniciar su travesía por el Aqueronte ser mítico, transformado en río que conduce al reino de los muertos. Aquel Labores subterráneas (79 x 70 cm, técnica mixta sobre tela), que como imagen literalmente enterrada del cuadro anterior y en el cual aparecen tres dianas recortadas para asemejar relojes o controles maquinarios, domina el paso hacia el Hades para cada una de sus pirámides. Contrapuestos igualmente, gemelos simétricos, Elementos No. 2 (37 x 84 cm, técnica mixta sobre tela) y Trayecto de una ilusión (37 x 84 cm, técnica mixta sobre tela) nos muestran tres triángulos que recuerdan el poder pirámico sobre el universo durante una jornada de exhibición de serescometa volando festivos y mágicos, liberados al viento de esta terrenalidad. Atemporales, esos seres universales, autorretrato de nuestro recorrer, nos dejan sus huellas marcadas en la piel como mapas y diarios del itinerario de nuestra propia travesía interior. Así, cuadro a cuadro, conectados al flujo universal, parecen una premonición del tiempo por venir... Jaime Iván Gutiérrez Vallejo 1 Me he tomado la libertad de inventar algunos adjetivos haciendo referencia a Paul Klee, Vassily Kandinsky, George Grosz y Joan Miró. 2 Se refiere al efecto kanitza de los experimentos de la Gestalt. En éste podemos percibir un triángulo inexistente a partir de tres semicírculos ubicados de una forma específica.

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2006-08-17   |   1,247 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 35 Núm.2. Junio 2006 Pags. Rev Col Psiqui 2006; XXXV(2)