Editorial

Autor: Falcón Neira Yris

Fragmento

Las vacunas son compuestos que previenen enfermedades específicas. Su empleo a lo largo de muchos años ha permitido eliminar enfermedades como la viruela, controlar otras como la poliomielitis y el sarampión, y disminuir la frecuencia de algunas más como el tétanos, difteria, hepatitis B, fiebre amarilla, enfermedad invasiva por Haemophilus Influenzae tipo B, rubéola congénita, parotiditis epidémica, etc. Uno de los atributos importantes de las vacunas es su seguridad. Sin embargo, muchas de ellas no están exentas de efectos secundarios, generalmente leves, pero que pueden ser serios en algunas ocasiones. Estos efectos secundarios derivan del compuesto primario y de las sustancias usadas para su administración y preservación. Es alrededor de este último aspecto que se han presentado una serie de controversias. Una de las más recientes se refiere al uso de vacunas con el compuesto timerosal como preservante. Sobre el particular existen muchos estudios que sostienen que el uso del timerosal en las vacunas no está relacionado con el desarrollo de autismo. La controversia generada hacia el año 2000 en los medios de comunicación y los servicios de salud pública de Estados Unidos y Europa, acerca de que las vacunas contra sarampión, parotiditis y rubéola que contenían el preservante timerosal podían asociarse a autismo, quedó en parte aclarada con la publicación en el año 2002 del estudio de Kreesten Meldgaard y colaboradores en Dinamarca.

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2006-09-01   |   809 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 7 Núm.1. Enero-Junio 2005 Pags. 5-6 Paediatrica 2005; 7(1)