Las enseñanzas del Dr. Teodoro.

Tomado del libro “Ser y quehacer del Médico” 

Autor: Leal Garza Falícitos

Fragmento

Jamás mientan, que mentir nunca será bueno. Miente todo aquél que expresa lo contrario a lo que radica en su mente, lo opuesto a la verdad, o al menos a su verdad. “La culpa del que miente está en el deseo de engañar”, dice San Agustín, y es por eso, porque la mentira perjudica al prójimo, que la debemos repudiar. Tan ilícito es el valerse de una mentira para intentar hacer el bien, como lo es el robar para distribuir limosna. No, nunca mientan; ustedes que son o pretenden llegar a ser médicos, nunca mientan, desgarrarían los lazos hechos de confianza, de fe irrecusable, herirían de gravedad el alma del engañado, le dañarían tanto que casi podría compararse con el abominable daño que causa al paciente el conocer a fondo la inclemente verdad. Le debo tanto al Dr. Teodoro. Él me mostró el camino hacia el mediodía cuando aún no había amanecido. Cursaba yo mi primer año de estudios en la carrera de medicina cuando en forma azarosa coincidieron nuestros caminos. Conoció mis inquietudes. Yo era muy joven y él no tenía edad. Había deambulado desde siempre por los pasillos de ese hospital, y aún lo sigue haciendo. A su diestra se habían formado ya muchos médicos. Era ahora mi turno. Nada preguntó. Su característica sonrisa me aceptó, y dijo: “tenemos que ir a la miscelánea”. Nos dirigimos hacia Emergencias y empezó así mi formación peripatética donde no había silogismos, sólo demostraciones.

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2006-09-04   |   819 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 3 Núm.5. Enero-Abril 2005 Pags. 35-37 Revista AVANCES 2005; 3(5)