Actualmente y desde 1988, la red mundial de Internet está administrada por la Internet Corporation for Assigned Names and Numbers (ICANN), un organismo de derecho privado sin fines de lucro con sede en Los Ángeles, sometido a la ley californiana y colocado bajo el control del Departamento de Comercio de Estados Unidos. La ICANN es la gran controladora de la red. Se basa en un dispositivo técnico constituido por trece poderosos ordenadores denominados servidores raíces, instalados en Estados Unidos (cuatro en California y seis cerca de Washington), en Europa (Estocolmo y Londres) y en Japón (Tokio). De acuerdo con sus propios términos, la misión de la ICANN es preservar la estabilidad operativa de Internet, promover la competencia, garantizar una representación global de las comunicaciones en Internet, y elaborar una política correspondiente a su misión de acuerdo con un procedimiento consensurado, en el pasado mes de septiembre en Ginebra, con ocasión de una negociación previa entre Estados Unidos y la Unión Europea, antes de la cumbre de Túnez, los 25 Estados de la Unión fueron unánimes en reclamar una reforma a la gobernanza de Internet aprovechando el vencimiento en septiembre de 2006 del contrato que vincula a la ICANN con el Ministerio de Comercio de Estados Unidos. La reunión se saldó con un fracaso, dado que Washington se negó a todo cambio. El desacuerdo tiene una dimensión geopolítica. En un mundo cada vez más globalizado, donde la comunicación se ha convertido en materia prima estratégica y donde estalla la economía de lo inmaterial, las redes de comunicación cumplen una función fundamental, así como en el siglo XIX, el control de las vías de navegación planetarias había permitido a Inglaterra dominar el mundo, el control de Internet otorga al poder que lo ejerce una ventaja estratégica decisiva. Por lo cual es patente que en un futuro no muy lejano exista una crisis que afecte uno de los medios de comunicación más importantes de este mundo globalizado y tenga repercusiones en el manejo y producción de la información científica. Ha llegado el momento de reclamar que la ICANN deje de depender de Washington y se convierta por fin en un organismo independiente bajo la supervisión de las Naciones Unidas. Espero lleguen a un acuerdo que beneficie a los usuarios académicos y científicos del mundo. Mtro. Enrique E. Huitzil Muñoz
2006-09-26 | 1,604 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 7 Núm.21. Enero-Abril 2006 Pags. 325 Oral 2006; 7(21)