Autor: Santana Angelica
El sistema inmune esta constituido por diversas estirpes celulares que actúan en conjunto para defendernos contra patógenos microbianos y nuestras propias células alteradas. Puede responder de manera inmediata contra las principales familias de patógenos y, en animales superiores (a partir de vertebrados), puede montar una compleja respuesta específica contra un patógeno particular. Esta respuesta altamente específica constituye el sistema inmune adaptativo y las células que la protagonizan son los linfocitos. Los linfocitos T maduran en el timo, de ahí su nombre. Su función es la orquestación de la respuesta inmune adaptativa y la eliminación de patógenos, matando ellos mismos a las células infectadas o a través de la activación de otras células. Los linfocitos T participan en la activación de los linfocitos B y la secreción de anticuerpos, que son moléculas solubles que se unen a los cuerpos extraños y pueden inactivar la propagación de patógenos y favorecer su eliminación. También pueden activar la capacidad microbicida de los macrófagos, células guardianas de todos nuestros tejidos y órganos que al activarse generan intermediarios de oxígeno y nitrógeno, altamente tóxicos para los patógenos. La acción de los linfocitos T puede inducir también la función de las células asesinas naturales, que eliminan células infectadas o transformadas e indirectamente la de granulación de células cebadas y eosinófilos, cuyos gránulos favorecen la eliminación de parásitos. Todas estas funciones son de gran importancia para la supervivencia de organismos superiores, pero también implican un riesgo importante de daño a tejidos propios. Por esta razón, la activación de los linfocitos T está fuertemente regulada.
2006-10-09 | 10,197 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 1 Núm.2. Julio-Septiembre 2006 Pags. 6-7 Cont Quím 2006; 1(2)