Autor: Cortés Buelvas Armando
Una de las mayores barreras para reducir la pobreza es la inequidad distributiva de la riqueza. La sociedad colombiana es pobre, presenta una distribución desigual del ingreso y crece poco. Catorce millones de colombianos sobreviven con menos de dos dólares diarios. En total, 64 de cada 100 colombianos están en el «umbral» de pobreza. Si Colombia quiere tener prosperidad y justicia social, requiere atender la equidad entre sus zonas rurales y urbanas, entre sus regiones, entre grupos étnicos y entre hombres y mujeres en aspectos como el acceso a la educación, la propiedad de la tierra y la distribución del ingreso. El crecimiento económico requiere no sólo individuos sanos, sino también educación y otras inversiones complementarias, una adecuada división del trabajo entre los sectores públicos y privados, un buen funcionamiento de los mercados, una gestión pública adecuada y acuerdos institucionales que impulsen los avances tecnológicos. Nuevos estudios sugieren que el estrés de ser pobre tiene una peligrosa influencia en la salud. Las personas de estrato socio-económico bajo tienen dramáticamente más riesgo de enfermar y expectativa de vida más corta. Hay una fuerte asociación entre inequidad en los ingresos, pobre salud y bajo capital social. Un alto grado de inequidad en los ingresos lleva a un bajo nivel de confianza y soporte, lo cual incrementa el estrés y peligros para la salud. Existe una inmensa responsabilidad de los países ricos en el cumplimiento de las metas de reducción de la pobreza y mejora de las condiciones de vida en el mundo. La mayoría de las muertes son evitables y hay que abordar las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad. Hay capacidad y recursos suficientes en el mundo para erradicar el hambre y la pobreza y promover el desarrollo económico sustentable con justicia social.
Palabras clave: Salud pobreza inequidad desarrollo humano.
2006-10-13 | 1,031 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 37 Núm.3. Julio-Septiembre 2006 Pags. 223-227 Colomb Med 2006; 37(3)