Desde que hace más de 20 años, Reaven describió las principales características de un síndrome en el que coincidían fundamentalmente hipertensión arterial, hiperlipidemia, obesidad y diabetes, el mismo comenzó a tomar personalidad propia bajo la denominación de síndrome X, y desde muy temprano, se asoció con un incremento de las enfermedades cardiovasculares. Este conjunto de anormalidades ha transitado por múltiples denominaciones hasta nuestros días, siendo conocido en la actualidad con el nombre de síndrome metabólico. Mucho se ha investigado al respecto en los últimos diez años debido a la reputación tristemente célebre que el mismo posee como factor de riesgo incuestionable de enfermedades cardiovasculares y muerte prematura. Este hecho es la causa principal de que durante los últimos años hayan sido propuestos diferentes criterios diagnósticos, los cuales se han sucedido uno tras otro, trayendo como consecuencia divergencias diagnósticas, dificultades para uniformar y evaluar las investigaciones realizadas, y en no pocas ocasiones cierto grado de confusión. Ya en 1999, la Organización Mundial de la Salud, en un intento de unificación, propuso los criterios diagnósticos que desde un inicio parecía que traerían estabilidad sobre el accionar médico. Transcurridos dos años, el III Panel de Tratamiento del Adulto propuso al mundo unos nuevos criterios que incluían como variables a la obesidad central, triglicéridos, HDL-colesterol, hipertensión, e hiperglicemia en ayunas. Estos nuevos criterios diferían de los preexistentes fundamentalmente por la inclusión de la obesidad de tipo central, acercándose así a un enfoque más epidemiológico del problema, toda vez que es un hecho comprobado que este tipo de obesidad representa el mayor riesgo para la salud cardiovascular.
2007-02-15 | 773 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 10 Núm.2. Abril-Junio 2006 Pags. Corr Med Cient Holg 2006; 10(2)