Héctor Orozco-Zepeda

Autor: Santillán Doherty Patricio

Fragmento

Héctor Orozco Zepeda es nuestro mítico Odiseo, nuestro héroe tlahualil a quien honramos en esta ocasión. El “Dr. Orozco”, “Héctor”, o simplemente “El Compadre” son para todos nosotros uno mismo; una trinidad que hace adivinar lo que pretendo resaltar el día de hoy: el cirujano, el maestro y el amigo. Son características que en una sola persona se manifiestan día a día ante los que tenemos el privilegio de entrelazar nuestra cotidianidad con la de él. En nuestra moderna forma de vivir nos hemos dejado vencer ante la impaciencia de tener que recordar el pasado y vislumbramos apenas las posibilidades del futuro. Menospreciamos todo salvo los prospectos del presente. Para mí esta es la primera lección orozquiana; si algo ha mostrado Héctor ha sido su respeto por el pasado como factor primordial en las decisiones cotidianas del presente, pero con una clara mira hacia lo que se busca en el futuro. El futuro orozquiano no es de posibilidades, sino de proyectos con altas probabilidades de fructificar. El grupo de profesionales que colaboramos con él en la Dirección de Cirugía del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán somos prueba viva y esto no se dio por casualidad. Héctor Orozco nació un 28 de julio de 1935 en las riberas del lago de Chapala en la Ciudad de Sahuayo, en el estado de Michoacán. Sahuayo existe desde antes de la Conquista y fue un bastión de la cultura nahua defendido enérgicamente contra la imposición española manteniendo un impasse militar hasta que las hostilidades fueron interrumpidas a petición de los conquistadores y con objeto de festejar al patrono de los mismos traído directamente de España. El Señor Santiago fue venerado en esas fiestas y se produjo un milagro similar al de la batalla del Clavijo cuando los moros ibéricos del siglo VII fueron derrotados y España adoptó un santo patrono; esto y factores menores como la escasez de agua y víveres, la flojera de seguir guerreando y, sobre todo, las enormes ganas de participar en la fiesta, hicieron que los oriundos sahuayenses depusieran las armas y aceptaran la conversión que se festeja aún hasta nuestros días. Los tlahualiles son aquellos antiguos oriundos sahuayenses que lucharon y posteriormente se convirtieron religiosamente. Me detengo un poco en esto, ya que Sahuayo, los tlahualiles y el Señor Santiago representan, para nuestro Héctor, el equivalente a Ítaca, los aquíneos y Odiseo. Pasar por alto esto imposibilita entender a Héctor Orozco y, quien sabe, tal vez su respeto por la labor evangelizadora de Santiago explica de alguna manera la afición de Héctor por los viajes de índole académico.

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2007-04-12   |   2,987 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 59 Núm.1. Enero-Febrero 2007 Pags. 82-85 Rev Invest Clin 2007; 59(1)