Autores: Rodríguez Kuri Solveig Eréndira, Diaz Negrete David Bruno, Gracia Gutiérrez de Velasco Sara Elisa, Guerrero Huesca José Abelardo, Lucio-Gómez Maqueo Emilia
La exigencia de desarrollar programas de prevención del consumo de drogas que garanticen una mayor eficacia y aprovechamiento de los recursos, ha derivado en un progresivo interés por elaborar programas científicamente sustentados. El presente estudio busca sumarse a este esfuerzo mediante la realización y evaluación de una intervención de prevención del uso de drogas ilícitas, teórica y empíricamente sustentada en el modelo de la Conducta Planificada, de Ajzen y Fishbein, que incorpora factores cognitivos y actitudinales relacionados directamente con el inicio del uso de drogas. El objetivo de este trabajo consistió en probar la capacidad explicativa y el peso predictivo de este modelo en relación con la intención conductual de usar drogas ilícitas y el consumo de sustancias en estudiantes mexicanos de educación media básica. El estudio realizado tuvo un diseño transversal, ex post facto y correlacional, con análisis postestratificado de una muestra de 75 estudiantes usuarios de drogas y 75 no usuarios, comparados por pares por medio de sexo, edad, turno de asistencia a la escuela y ocupación, extraídos de una muestra no probabilística de 1,019 estudiantes de educación media básica de la ciudad de México. La información fue levantada mediante un cuestionario autoaplicable con un alto índice de confiabilidad y compuesto por ocho secciones, que incluye los siguientes contenidos derivados de la teoría de la Conducta Planificada (ajustados en función de datos previamente obtenidos en grupos focales): creencias conductuales aso-ciadas al consumo de drogas ilícitas, valor atribuido a estas creencias, creencias normativas respecto al uso de drogas, disposición para ajustarse a las expectativas normativas asociadas con el uso de sustancias, norma personal y descriptiva (como componentes adicionales de la variable de norma subjetiva), exposición a oportunidades de consumo y control conductual percibido en tales circunstancias. Un análisis factorial arrojó 16 factores apegados al modelo teórico, con una varianza explicada de 59%. Los hallazgos indican que, comparados con los estudiantes que no han usado drogas ilícitas, aquéllos que las han consumido mantienen una actitud más favorable hacia el consumo, perciben una mayor tolerancia social ante el mismo y están más dispuestos a ceder a la presión social para usar sustancias. De igual modo, perciben que entre las personas significativas de su entorno hay un mayor número de usuarios de drogas, se enfrentan con un mayor número de oportunidades y situaciones que pueden favorecer el consumo y se perciben con una menor capacidad de autocontrol al enfrentarlas. Se observó también que entre las variables del modelo hay correlaciones similares a las reportadas en otras poblaciones. Así mismo, mediante un análisis de regresión lineal se identificó una capacidad explicativa del modelo de 34% respecto a la intención de uso de drogas, que se incrementó a 38% al integrarse componentes adicionales de norma subjetiva. El componente que mejor predice la intención de usar drogas es el control conductual, que según el análisis de regresión logística también es el mejor predictor del uso de drogas propiamente dicho. De los hallazgos obtenidos puede concluirse que el modelo de la Conducta Planificada puede constituir una base teórica adecuada para desarrollar una intervención preventiva dirigida a estudiantes de educación media con el fin de modificar factores “proximales” de riesgo del uso de drogas. En particular, destaca la necesidad de incluir componentes dirigidos a promover el desarrollo de habilidades de control conductual ante situaciones de riesgo, tales como habilidades de resistencia ante la presión grupal y de comunicación asertiva.
Palabras clave: Uso de drogas teoría de la conducta planificada actitud norma subjetiva control conductual percibido programas preventivos.
2007-05-07 | 2,567 visitas | 2 valoraciones
Vol. 30 Núm.1. Enero-Febrero 2007 Pags. 68-81 Salud Ment 2007; 30(1)