Durante los últimos 20 años hemos presenciado un gran avance en la fisiopatología y diagnóstico de las enfermedades neurológicas. Como resultado de este avance el tratamiento del paciente también ha cambiado, disminuyendo así la morbilidad y mortalidad. Aproximadamente el 40% de los ingresos a la UTI general son de causa neurológica. El trauma, las enfermedades vasculares cerebrales, los tumores e infecciones entre otros son afecciones frecuentes a las cuales el intensivista se ve enfrentado cotidianamente. Los Accidentes Cerebrovasculares (AVE) y el Traumatismo Encefalocraneano (TEC) son las entidades más frecuentes. El TEC es la primera causa de muerte e incapacidad en la población menor de 50 años en el mundo y los AVE son de gran prevalencia en la población de mayor edad. Por lo tanto, los cuidados intensivos de los pacientes neurológicos críticos son una realidad a la cual los intensivistas nos vemos enfrentados cada vez más. Las enfermedades neurológicas críticas tienen un denominador común causante del daño tisular: la ISQUEMIA CEREBRAL. Este fenómeno produce una cascada de eventos que lleva a la muerte neuronal y a un peor pronóstico vital y/o funcional a nuestro paciente. Hemos aprendido que evitar los factores de daño secundario - los cuales agravan las alteraciones isquémicas – es una prioridad en el cuidado crítico. Estos factores de daño secundario son elementos básicos en el quehacer clínico actual que intenta evitar la hipotensión, hipoxemia, hipercarbia, hiperglicemia, hipertensión intracraneana y la fiebre entre los más importantes determinantes en esta concatenación de eventos.
2007-05-10 | 1,617 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 18 Núm.4. Octubre-Diciembre 2003 Pags. 211-212 Rev Chil Med Inten 2003; 18(4)