Autores: Puentes Alix Sofía, Serrano Diana Matilde
En plena juventud decidimos emocionadas que íbamos a ser médicas. Fue así como comenzamos a estudiar este nuevo idioma y a copiar en la memoria la anatomía y la fisiología. Sin darnos cuenta, se nos pasó el tiempo y llegamos a las prácticas clínicas en las cuales se suponía que se nos transmitiría en las tutorías de semiología, el arte de acercarse al paciente, de encontrar todo lo que hasta el momento había sido letras y papel, transformado en sonidos, sensaciones al tacto, etc. Era, entonces, cuando corría la voz que: En la 516 hay un soplo divino o unos estertores que hay que oír, y salíamos corriendo en manada, con una emoción que no se podía disimular, a invadir el poco espacio del que disponen nuestros pacientes. Pero, ¿en qué momento se nos enseña el verdadero significado de la patología para el paciente? ¿Por qué no entendemos que para algunos, todo esto puede significar ansiedad y temor de trasladarse a un espacio ajeno, un espacio que para algunos es un paso a la muerte?
2007-05-24 | 546 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 46 Núm.1. Enero-Marzo 2005 Pags. 30-32 Univ Méd Bogotá Colombia 2005; 46(1)