Fragmento

Es evidente que la exposición al ruido intenso sostenido provoca molestias, mayormente transitorias, como acúfenos e hipoacusia. A pesar de esto, la mayoría de los jóvenes hacen muy poco para proteger sus oídos del trauma acústico recurrente producido por música estridente, escapes de motocicletas, etc. No se comprende bien el efecto a largo plazo de la exposición frecuente a sonidos que superan los 80 dB, pero los pediatras rara vez incluimos la consideración de este problema potencial en la visita periódica del adolescente. El excelente trabajo de las audiólogas publicado en esta edición, señala el impacto indudable del ruido sobre la cóclea, medido a través de los productos de dispersión de las otoemisiones acústicas. Este método, más sensible que la audiometría tonal, indica una consecuencia nociva potencialmente persistente sobre el aparato auditivo. Como no se conoce bien su resiliencia tras la exposición a ruidos intensos en la juventud, es importante reunir información confiable que permita delinear la historia natural de este riesgo sensorial.

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2007-05-28   |   869 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 101 Núm.6. Noviembre-Diciembre 2003 Pags. 432 Arch Argent Pediatr 2003; 101(6)