En 1992 dio comienzo Medicina del Deporte como especialidad clínica formal en Colombia, con el rigor académico propio de las ciencias de la salud, proponiendo la tesis de abordar el entrenamiento físico con la misma meticulosidad que se prescriben otras terapéuticas o se instauran procedimientos. Surge, como ha sido la historia natural de gran cantidad de las especialidades y subespecialidades médicas, una orientación complementaria en el abordaje del ejercicio físico, tan útil para otras disciplinas desde el abordaje clínico, donde se implementa el ejercicio dentro de procedimientos diagnósticos y terapéuticos. De los diferentes discursos que avalan la competencia del ejercicio como coadyuvante en el manejo no farmacológico de diversas patologías no será pertinente mencionar, baste con decir que existe evidencia médica de las diferentes interacciones que tiene sobre el organismo el estrés metabólico del ejercicio. Sus aplicaciones van desde los entrenamientos médicamente dirigidos a pacientes cardiovasculares y musculoesqueléticos, hasta patologías en cuyo curso el ejercicio tiene un papel fundamental y para el cual su aplicación exige el rigor de la prescripción médica, baste citar algunos ejemplos como son los protocolos de entrenamiento médicamente supervisado para hipotiroidismo, fatiga posoperatoria, síndrome de fatiga crónica, depresión, obesidad mórbida, gestantes diabéticas y radiculopatías. No quirúrgicas, entre otros. Además, que el ejercicio tenga interacciones terapéuticas como las interacciones farmacológicas de los medicamentos, no existe duda, para mencionar solamente las que se presentan con los medicamentos antihipertensivos y el ejercicio, o con los pacientes que reciben esteroides, por ejemplo.
2007-05-31 | 610 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 43 Núm.4. Octubre-Diciembre 2002 Pags. Univ Méd Bogotá Colombia 2002; 43(4)