Autor: Guzmán Esquivel José
Los estudios preclínicos de investigación en diversos animales tienen gran valor, debido a la aportación indiscutible de información de respuestas biológicas a las intervenciones que hacen los investigadores; sin embargo, el paso siempre crítico al humano, limitado por diferentes características particulares del mismo, hace muy probable la presentación de reacciones adversas, que incluso tienen el riesgo de muerte. Los hechos históricos referentes a la investigación han dejado una cicatriz imborrable y en otras ocasiones, acontecimientos muy lamentables que dejan a un lado toda ética médica. La alocución latina de Hipócrates de Cos (460-377 a.C.) Primum non nocere (ante todo no hacer daño o lo primero no es hacer daño) es tan actual, que aunque pasen décadas de su declaración, el médico se encuentra regidos bajo dicho principio fundamental. En algún tiempo y algún lugar, tal pareciera que esta declaración queda arrinconada en el desván para dar paso a las malas prácticas, tanto en el campo clínico como en la investigación. Algo tenía que suceder para la creación de códigos de ética que protegieran la vida y la salud de los humanos. Después del enjuiciamiento de los criminales de la guerra nazi, en los que se incluían a médicos que experimentaban en humanos, y de los que se supo de sus atrocidades cometidas en los prisioneros a finales de la Segunda Guerra Mundial. En 1947, el Tribunal Militar Internacional estableció las normas para realizar experimentos en humanos, poniendo particular énfasis en el consentimiento informado en el llamado “Código Nüremberg”, un decálogo que da inició a los principios fundamentales de ética en la investigación.
Palabras clave: Investigación historia.
2007-08-13 | 1,168 visitas | Evalua este artículo 1 valoraciones
Vol. 67 Núm.3. Mayo-Junio 2007 Pags. 133-134 Rev Mex Urol 2007; 67(3)