Autor: Núñez Orozco Lilia
Desde que fue considerada “enfermedad sagrada” en la Grecia antigua, la epilepsia ha tenido una connotación sobrenatural, divina o mágica, que ha señalado al que la padece como un individuo diferente a los demás y, por tanto, objeto de prejuicio. Las actitudes de la gente hacia el paciente epiléptico son habitualmente discriminatorias, muchas veces propiciadas por el mismo enfermo, quien también tiene su propio prejuicio hacia la enfermedad y “vive su papel” de individuo diferente a los demás, cargando con un estigma que lo marca para siempre y modifica adversamente su calidad de vida. Tuvimos oportunidad de aplicar un breve cuestionario de estigma y el 66% manifestó tenerlo, lo cual es sumamente elevado. Dentro del estigma que padece el enfermo con epilepsia se incluye la falsa creencia de que el epiléptico padece retraso mental, locura, agresividad o constituye un peligro para los demás; que no puede estudiar porque el esfuerzo metal le empeora la enfermedad, que no puede hacer actividades físicas porque le desencadenan sus crisis, que no puede casarse ni formar una familia por todas estas características y porque heredará la epilepsia a los hijos.
2007-08-31 | 2,006 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 8 Núm.4. Julio-Agosto 2007 Pags. 312-313 Rev Mex Neuroci 2007; 8(4)