Autor: Lejarraga Horacio
Desde hace muchos años nuestro país está recorriendo una pendiente de decadencia que parece interminable. Esta decadencia no es solamente ni principalmente económica, abarca todas las áreas de la vida ciudadana, y tal vez una de sus manifestaciones más conspicuas es que no hay o resulta extremadamente difícil lograr acuerdos sociales y políticos sólidos, estables y duraderos que concilien las ideas e intereses de grandes grupos de argentinos. Los intereses particulares más poderosos prevalecen sobre el interés general, impidiendo acuerdos básicos, acuerdos que son condición necesaria para poder luego implementar un futuro de desarrollo nacional democrático. Como consecuencia natural de este proceso, se instala en la sociedad civil una sensación de desazón y desaliento. El componente melancólico de nuestra naturaleza argentina se ve alimentado por una realidad que la acompaña y los pediatras no escapamos a esa realidad. Nuestra tarea de bregar por la salud infantil tiene como común denominador este escenario y es en estas condiciones en las que se cumple nuestro trabajo. En este contexto los individuos corremos alto riesgo de sentirnos sin continencia, sin sostén institucional. Las principales instituciones del Estado se desacreditan y otras de menor magnitud están vacías de contenido. Las personas nos quedamos sin referentes, es decir, sin instituciones.
2007-09-06 | 882 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 99 Núm.1. Enero-Febrero 2001 Pags. 1 Arch Argent Pediatr 2001; 99(1)