Autor: Montoya B Iván Darío
La investigación ha demostrado que la comorbilidad entre los trastornos por uso de sustancias y otros trastornos psiquiátricos tiene una alta prevalencia en la población general, con consecuencias clínicas importantes. La elevada frecuencia de comorbilidad entre los trastornos por uso de sustancias y otros trastornos psiquiátricos puede deberse a que los síntomas entre los diagnósticos se traslapan, a una vulnerabilidad individual compartida de tener ambos trastornos, al efecto de un trastorno sobre el curso de otro o a un intento de automedicarse ante las manifestaciones clínicas de un trastorno psiquiátrico. Los trastornos por uso de sustancias pueden afectar el inicio y el desenlace de otros trastornos psiquiátricos y, a su vez, los trastornos psiquiátricos pueden agravar los trastornos por uso de sustancias. Lo que sigue es un análisis breve de la epidemiología de la comorbilidad entre los trastornos por uso de sustancias y los psiquiátricos, los efectos clínicos que un grupo de trastornos pueden producir en los otros y algunas estrategias terapéuticas para manejar a los pacientes con doble diagnóstico. En múltiples estudios epidemiológicos realizados en muchos países se ha evaluado la presencia de trastornos por uso de sustancias y otros trastornos psiquiátricos. Entre los estudios importantes en Estados Unidos se encuentran “Epidemiologic Catchment Area” (ECA), “National Comorbility Survey” (NCS) y “National Epidemiological Survey of Alcohol and Related Conditions” (NESARC). Recientemente, la Organización Mundial de la Salud finalizó la Encuesta Mundial de la Salud Mental, llevada a cabo en más de 24 países alrededor del mundo, con una muestra de más de 200.000 entrevistas. Esta iniciativa ha producido una cantidad de datos sin precedentes, los cuales no solamente serán de información para los países participantes, sino que también harán posible la validación entre otras naciones de los resultados sobre la prevalencia y los factores de riesgo de los trastornos por uso de sustancias y otros trastornos psiquiátricos a escala global. Las encuestas de epidemiología psiquiátrica han mostrado un nivel significativo de congruencia en sus resultados y han sido confirmadas en muestras clínicas y observaciones suministradas por los clínicos. Además, algunas condiciones comórbidas responden a un tratamiento específico, en particular las farmacoterapias, y algunas de estas condiciones han estado asociadas con cambios moleculares y neuropsicológicos en el cerebro. Los resultados de los tres estudios realizados en Estados Unidos concuerdan en mostrar que los trastornos por uso de sustancias son altamente comórbidos con trastornos de personalidad antisocial, trastornos del ánimo y trastornos de ansiedad. Además, la asociación entre los trastornos por uso de sustancias y otros trastornos psiquiátricos es más alta en los individuos con diagnósticos de dependencia, que de abuso de sustancias. Entre los trastornos de ansiedad y del ánimo, la asociación con los trastornos por uso de sustancias es más elevada para el trastorno bipolar, la manía y la agorafobia. En relación con el trastorno de personalidad antisocial, éste es el más altamente relacionado con los trastornos por uso de sustancias. Hay informes que indican que la probabilidad de tener este trastorno entre los individuos con diagnóstico de dependencia de sustancias es entre 14 y 16 veces más alta que entre la población general. En contraste, para otros trastornos, como la depresión, la razón de probabilidad está entre 3.0 y 5.0, y para los trastornos de ansiedad, entre 2.4 y 5.0. Por lo tanto, existen algunos patrones de condiciones comórbidas que están asociados con mayor frecuencia y pueden conllevar diferente peso como factores de riesgo en relación con otros trastornos. Se han propuesto varias hipótesis para explicar la asociación entre algunos trastornos por uso de sustancias y trastornos psiquiátricos. En algunos casos se ha sugerido que la comorbilidad puede deberse que los síntomas entre los diagnósticos se traslapan (por ejemplo, dependencia de la heroína y trastorno de personalidad antisocial), a una vulnerabilidad individual compartida de tener ambos trastornos (por ejemplo, dependencia de la nicotina y esquizofrenia), al efecto de un trastorno sobre el curso de otro, o una tentativa de automedicarse con drogas ante las manifestaciones clínicas de un trastorno psiquiátrico (por ejemplo, abuso de estimulantes y depresión). Tal vez exista una combinación de factores. Por ejemplo, en el caso de la dependencia de la nicotina y la esquizofrenia, el fumar puede ser una forma de romper la monotonía asociada con este trastorno, lograr contacto social, experimentar algún placer, automedicarse ante algunos de los síntomas de la esquizofrenia o de los efectos secundarios del medicamento antipsicótico o hacer frente a la abstinencia de la nicotina. Además, entre los individuos con esquizofrenia el hecho de fumar mejora las mediciones de las pruebas neuropsicológicas y psicofisiológicas, como atención y vigilancia, organización espacial, memoria viso-espacial, potenciales auditivos evocados P50, filtro auditivo-sensorial, inhibición prepulso (PPI), movimiento ocular antisacádico y de seguimiento lento. Estas observaciones clínicas asociadas con los importantes hallazgos genéticos en los receptores nicotínicos han ayudado enormemente a entender la naturaleza multifactorial de esta comorbilidad. El impacto clínico de la comorbilidad sobre el desenlace de cada trastorno es sustancial. En general, un número mayor de trastornos concurrentes empeora el resultado terapéutico y pronóstico de los trastornos.
Palabras clave: Trastornos psiquiátricos trastornos por uso de sustancias.
2007-10-30 | 1,541 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 36 Núm.3. Octubre 2007 Pags. Rev Col Psiqui 2007; XXXVI(3)