Autor: Rocha Manzano Rosalina
La repercusión que las infecciones tienen sobre el estado nutricio es un hecho ampliamente documentado; sin embargo, la influencia que adquiere la nutrición sobre el funcionamiento del sistema inmune es quizá una relación más difícil de identificar en el plano clínico. Hace poco más de cuatro décadas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) atribuía 40 mil muertes diarias entre la población pediátrica de los países del tercer mundo a la relación desnutrición-infección, debido al sinergismo que ambas entidades guardan. Los nutrimentos que el organismo obtiene de la alimentación juegan un papel determinante en el desarrollo y el mantenimiento del sistema inmune, y el desequilibrio en la ingestión de los mismos puede ocasionar trastornos que alteren su capacidad de respuesta. Las primeras investigaciones que se realizaron al respecto tuvieron como objetivo evaluar el estado de malnutrición proteico-calórico en niños, en donde la asociación con padecimientos infecciosos resultó evidente; esto desencadenó una fuerte campaña en la que se fomentó el consumo de leche, carne y huevos en la población general. Posteriormente, se reportaron alteraciones en la respuesta inmune celular y humoral causadas por deficiencias específicas de ciertos nutrimentos, como ácidos grasos esenciales, vitaminas (ácido ascórbico, ácido fólico, piridoxina, retinol, riboflavina y tocoferol) y elementos inorgánicos (cobre, hierro, magnesio, selenio y zinc), cuya carencia puede conducir a un mayor riesgo de infecciones y de que éstas sean más prolongadas y graves, sobre todo en los grupos etáreos más vulnerables. De hecho, la falta de vitaminas y oligoelementos es lo que parece tener mayor peso en el desarrollo de deficiencias en la estructura y el funcionamiento inmunológico.
2007-11-08 | 1,344 visitas | 5 valoraciones
Vol. 14 Núm.84. Julio-Agosto 2007 Pags. 171-172 Vac Hoy Rev Mex Puer Pediatr 2007; 14(84)