Los adultos perciben el juego como un entretenimiento y no su valor en el crecimiento psicológico, en el desarrollo de la personalidad de los niños y ello, los conduce a limitarlo porque no tienen tiempo, por temor que el hijo/a corra algún peligro, para que no aprenda “malas costumbres” y hasta como castigo. En el juego de roles, los niños/as reflejan toda la variada realidad que los/as rodea. Ellos/as reproducen argumentos de su vida familiar, de la actividad laboral y de las múltiples relaciones sociales entre las personas. Las características fundamentales del juego de roles son: su carácter simbólico, los argumentos, los contenidos, las interrelaciones reales que establecen los niños/as y las interrelaciones lúdicras. La influencia del juego en la formación de la personalidad radica en que, a través del mismo, él/ella conoce las conductas e interrelaciones de los adultos, se convierten en modelos para su propio comportamiento. Aprende lo que se debe o no se debe hacer en la vida social, se apropia de las normas, reglas y patrones sociales importantes en la comunicación con sus coetáneos. En fin, aprende a ceder, esperar, repartir, defenderse, compartir, usar el lenguaje apropiado para ser aceptado y otras conductas importantes en la sociedad en que vive. El juego no perfecciona la percepción y para suplir, en la edad preescolar también son importantes para el desarrollo psíquico, las actividades productivas encargadas de favorecerla. Estas actividades son: dibujo, modelado, construcción y aplicación.
2007-12-07 | 4,630 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 11 Núm.2. Abril-Junio 2007 Pags. Corr Med Cient Holg 2007; 11(2)