El compromiso de las sociedades médicas con el acontecer social

Autor: Baranchuk Norberto

Fragmento

En su novela Amor perdurable Ian McEwan relata que: “en unas apacibles colinas de las afueras de Londres, sobreviene una tragedia: un globo aerostático fuera de control está a punto de estrellarse con dos personas (abuelo y nieto) a bordo. Desde todas direcciones llega un puñado de hombres, seis o siete, para ayudar. Se cuelgan de las cuerdas del globo para evitar que recobre altura, pero el viento conspira contra el salvataje: los levanta del piso. Son unos pocos minutos de zozobra y desesperación. Se está frente a una situación límite sobre la que, más tarde, un socorrista dijo: “si no hubiéramos roto filas, nuestro peso combinado habría llevado el globo a tierra antes de llegar a la pendiente”. Después, uno a uno, por miedo a ser arrastrados junto con el globo, se fueron soltando y abandonaron el aerostático a su suerte. Todos excepto uno: sólo uno se resistió a soltar la cuerda. Pero como era sólo uno, su peso no fue suficiente. Subió con el globo y después cayó, desde doscientos metros de altura, para morir”. En esa escena trágica e inverosímil, dos pulsiones luchaban en el interior de esos hombres: salvar el pellejo, solos; o cooperar con los demás. El interés del relato reside en que desnuda la esencia misma de la cooperación: de nada sirve cooperar con un grupo que no coopera. Seamos solidarios cuando tiene sentido. “Una buena sociedad es aquella donde cooperar tiene sentido” dice McEwan. Que ese hombre se quedara tirando de la cuerda solo, no tuvo ningún sentido. Fue apenas un sacrificio individual.

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2008-01-22   |   751 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 106 Núm.1. Enero-Febrero 2008 Pags. 57-60 Arch Argent Pediatr 2008; 106(1)