Autor: Mendoza Vega Juan
Introducción Se atribuye a Thomas Sydenham, el célebre médico inglés del Siglo XVII (nació en Winford Tagle, Dorset, en 1624 y murió en Londres, 1689) la recomendación de leer El Quijote para quien quisiera un libro en el cual pudiera prender sobre Medicina. Una frase casi idéntica ponen Rita Monaldi y Francesco Sordi, en su novela “Imprimatur” en boca de personaje Bedford, un inglés discípulo de Locke y de Sydenham, quien tras un par de observaciones relativas a la córnea seca como signo de fiebre y al tratamiento de las tercianas y del “histerismo”, pide que digan al médico sienes Cristofano, con quien ha discutido: “Para aprender el arte de la medicina, que lea El Quijote mejor que a Galeno o a Paracelso”. ¿Es posible, en este cuarto centenario de la inigualable obra de don Miguel de Cervantes y Saavedra, encontrar explicación o argumentos para afirmaciones de esta clase? ¿Qué puede verse en esas páginas venerables, sobre las enfermedades, la Medicina y los médicos de Europa, o al menos de España, en la época de su composición y aparición? Para responder siquiera de modo parcial a estos dos interrogantes, como intentaré hacerlo en las páginas siguientes, por honrosa designación de la Academia Colombiana de la Lengua y su Director, don Jaime Posada, fue necesaria en primer término una nueva lectura de la inmortal obra, lápiz y libreta de notas en mano, con ojos y entendimiento de médico pero también con la información recabada en algunas fuentes que permitieran establecer la imagen del gran escenario que sirve de local y ambiente a las famosas aventuras.
2008-01-23 | 1,124 visitas | 1 valoraciones
Vol. 27 Núm.1. Marzo 2005 Pags. 44-59 Medicina Ac. Col. 2005; 27(1)