Autor: Sánchez Torres Fernando
En la actualidad, los avances tecnológicos en el campo de las Ciencias Médicas han hecho posible prolongar la vida de pacientes que en otras circunstancias estarían condenados a fallecer a corto plazo como consecuencia de una enfermedad o de una agresión traumática. La existencia de las llamadas Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) ha sido un factor preponderante para ello. Se trata de espacios asistenciales destinados a manejar “agresivamente” los estados considerados como “críticos”, utilizando aparatos y procedimientos de avanzada, a unos costos económicos altos, con frecuencia superiores a las posibilidades pecuniarias de muchos de los pacientes. Frente al valor de la vida –de la vida útil y de calidad, por supuesto-, cualquier gasto que signifique su conservación se convierte en una buena inversión. Tal principio justifica la existencia de las UCI. Sin embargo, no es raro que en las UCI sean aceptados y manejados por tiempo largo pacientes cuya recuperación no es posible, pese a la variada y sofisticada tecnología con que se cuenta. Se trata de individuos catalogados como “en estado terminal”, para significar con ello que su enfermedad es ineluctablemente mortal, vale decir, que la Medicina ya ha sido derrotada. Teniendo en cuenta lo anterior, el manejo agresivo y costoso de dichos enfermos es a todas luces injustificado, lo cual configura la llamada “distanasia” o “encarnizamiento terapéutico”, criticable desde el punto de vista científico y, con más razón, desde el punto de vista ético.
Palabras clave: UCI estado terminal.
2008-03-31 | 670 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 24 Núm.2. Agosto 2002 Pags. 87-90 Medicina Ac. Col. 2002; 24(2)