El libro y las bibliotecas con el paso del tiempo Barrientos

Autor: Barrientos Alfredo

Fragmento

Se tiene conocimiento de que la escritura comenzó en Sumeria hace 5.500 años. En Persia, territorios del Éufrates y el Tigres, Armenia y parte de Egipto. La mayor maravilla del libro es su capacidad de transfiguración, de ser primero voz que se va enriqueciendo a partir de generación en generación, hasta que alguien, temeroso de que la voz se pierda, ordenó retenerlas en páginas manuscritas, como sucedió con La Ilíada y Las mil y una noches, para que sea más tarde, texto sagrado, hoja impresa, biblioteca de Babel, símbolo virtual que se desliza en las computadoras. En su “Lógica” Aristóteles expresó que: “Las palabras habladas son los símbolos de la experiencia mental y las palabras escritas son los símbolos de las palabras habladas”. En su largo amanecer iletrado, la humanidad componía libros sin saberlo, voces, sucesiones de historias que se desplegaban en el espacio público: las plazas, los templos, las academias. No existía la noción de autor como hoy la concebimos: sentir o escribir era una tarea colectiva, una discusión, un diálogo como los que transcribió Platón. La Ilíada y la Odisea fueron obras de muchos hombres, o si se quiere de todos los Homeros que trabajaron en ellas entre los siglos VIII y VI AC. Cada copista sumaba una línea o suprimía una escena, hasta que ése espacio móvil encontró su punto de fijeza y lo mismo sucedió con Los Evangelios Canónicos y con los apócrifos, con los textos de Confucio quemados por el primer emperador chino y rehechos por la memoria de sus discípulos.

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2008-05-09   |   907 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 25 Núm.4. Abril-Diciembre 2007 Pags. 80-82. Exp Médica 2007; 25(4)