Evolución de la nutriología pediátrica en México

Autor: Frenk F Silvestre F

Fragmento

De entrada, correspondo a la confianza que en mí ha depositado nuestra Asociación Médica, dejando en claro que hoy mi intención es dar presencia aquí a la figura excelsa del Maestro (Profesor dirían en otras tierras) Don Federico Gómez Santos. A mi ver, no es históricamente correcto ni humanamente justo, resulta pues inconcebible, que entre nosotros tenga lugar ejercicio académico alguno dedicado al campo de la Nutrología y Nutriología pediátricas, sin hacer mención y memoria de quien como el Maestro Gómez, dentro del campo de las ciencias médicas mundiales, viene a ser el principal personaje epónimo mexicano. Esto, por más que lo último no sea tomado en cuenta, cuando no ignorado, incluso por la mayoría de quienes se sirven de la Clasificación de Gómez de la desnutrición proteínico-energética del menor. Por supuesto, nada nace de la nada. Ni siquiera el astronómico “big bang”. Para la humana naturaleza, no se sabe que haya ocurrido gran estallido alguno. Pero un breve análisis evolutivo como el que pretendo hacer hoy, no tolera pasar por alto a Soranus de Éfeso (alrededor del año 100 de nuestra era), reputado padre del concepto de puericultura, si bien su obra capital lleva por título “La ginecología”: Tampoco podríamos ignorar el riquísimo aporte prehispánico a la alimentación de la niñez. Por algo el emblema de nuestro venerado Hospital Infantil de México Federico Gómez, representa al pequeño dios negro de los niños nahoas, Ixtliltzin, con su nombre y figura representativa egiptizados y en consecuencia, conocido por todos como Ixtliton. Claramente, quien entre nosotros ejerza la puericultura y la pediatría, hará bien en mantenerse informado acerca de la alimentación que normalmente o bajo variadas circunstancias patológicas recibían los antiguos mexicanos cuando pequeños.

Palabras clave:

2008-05-22   |   1,799 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 29 Núm.1. Enero-Febrero 2008 Pags. 25-30 Acta Pediatr Méx 2008; 29(1)