En un artículo publicado en esta revista hace algo más de año y medio,1 hube de exponer que uno de los factores que más están deteriorando el Método Clínico, es la sobrevaloración de la función que la tecnología tiene en el diagnóstico y la atención de los enfermos, de ahí una de sus obligadas desinencias: la indicación excesiva e innecesaria de análisis complementarios. La tecnología tiene una función muy importante, y no pocas veces decisiva, en el proceso del diagnóstico. El laboratorio, de cualquier tipo que sea, es una gigantesca conquista y un extraordinario progreso de la medicina del siglo XX, a la vez que una parte obligada e indisoluble del Método Clínico. Los análisis complementarios confirman unos diagnósticos y rechazan otros, asisten en el tratamiento de afecciones ya definidas, proveen ayuda pronóstica, son imprescindibles en la estadificación de un gran número de enfermedades y en la evolución de otras muchas; intervienen en la decisión de opciones terapéuticas, en la detección de efectos indeseables de los medicamentos que usamos, rastrean enfermedades ocultas, revelan posibilidades diagnósticas allí donde no llega la sensibilidad de la clínica y, porque no, tienen el poder de tranquilizar tanto al paciente como al médico, por no citar más que algunas de sus poderosas virtudes.
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2003-01-09 | 715 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 39 Núm.4. Octubre-Diciembre 2000 Pags. 265-270. Rev Cubana Med 2000; 39(4)