Autor: De la Fuente Juan Ramón
Son tiempos estos por demás oportunos para revitalizar y reivindicar a la medicina académica. Sobre ello hablaré en los próximos minutos. En los últimos años, quienes hemos trabajado en los ámbitos de la salud y de la educación, hemos podido observar con preocupación cómo ha ido decreciendo el entusiasmo de muchos colegas jóvenes, estudiantes brillantes y bien preparados, por la medicina académica. Esta forma de ejercer la medicina en nuestro país, al igual que en otros, se ha cultivado sobre todo —aunque no exclusivamente— en las instituciones públicas de salud. Me parece asimismo conveniente examinar el asunto, toda vez que es en la perspectiva de la medicina académica —por su rigor intelectual— desde donde pueden analizarse mejor y proyectarse con más autoridad, los valores sociales que permiten a nuestra profesión incidir con mayor fuerza en el bienestar individual y colectivo. La medicina académica se sustenta sobre todo en la enseñanza y en la investigación, en el análisis documentado de los procesos que determinan la salud y la enfermedad. Estos elementos permiten ofrecer la mejor medicina asistencial posible sin prejuicios étnicos, religiosos, sociales o ideológicos. Pero habría que agregar que todo ello adquiere verdadera relevancia sólo si se desarrolla en estricto apego a la ética del trabajo médico y al respeto cabal a los derechos de los pacientes y de sus familiares.
2008-06-24 | 1,946 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 144 Núm.2. Marzo-Abril 2008 Pags. 185-187 Gac Méd Méx 2008; 144(2)