Autores: Zuferri Abello Elsa, Cué Brugueras Manuel
La doctora Bernardine Healy, anterior directora de los Institutos Nacionales de Salud, recientemente suscitó polémica con un editorial en el U.S.News and World Report en que comentaba la forma en que ascendía la medicina basada en la evidencia (MBE). Citando a David Holmes, un profesor canadiense especializado en críticas posmodernistas tanto de la enfermería como de la medicina, ella se refería a la MBE como “microfascismo”. Ese es un término llamativo en tanto sugiere un micromanejo totalitario de la práctica médica por parte del estado. Resulta comprensible que la Dra. Healy lo usara en un ensayo que alertaba acerca de los peligros de limitar las opciones de tratamiento a los estándares genéricos, independientemente de cuán bien esos estándares se adapten a los pacientes individuales. Sin embargo, el ensayo al que alude: “Desmontaje del discurso basado en la evidencia en las ciencias de la Salud: verdad, poder y fascismo”, va mucho más allá de eso, sugiriendo que la MBE resulta imposible porque –dicho a la verdadera usanza postmodernista– no existe tal cosa como una verdad objetiva. Al igual que el movimiento posmodernista nos ha dado un relativismo moral, resulta que ahora tenemos un relativismo científico.
2008-07-18 | 784 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 41 Núm.2. Mayo-Agosto 2007 Pags. Rev Cubana Farm 2007; 41(2)