Autor: Rodríguez Toro Gerzaín
A medida que se desarrolla un campo del conocimiento surge la necesidad de crear áreas de profundización y de especialidad. En nuestro país las especialidades médicas tomaron auge a mediados del siglo XX, con la medicina interna, la cirugía, la pediatría y la ginecología y obstetricia como prioridades fundamentales. Entre las subespecialidades de la medicina interna surgió la dermatología que luego tomó carácter independiente. A su vez, el fértil grupo de dermatólogos reunidos hoy en a Asociación Colombiana de ermatología y Cirugía Dermatológica, notó rápidamente que su campo de interés era demasiado amplio para ser abarcado por un solo experto. Por eso surgieron subespecialidades como la cirugía dermatológica, la dermatología pediátrica, la oncología dermatológica y la dermatopatología. Inicialmente, pocos patólogos profundizaron en la interpretación de la patología microscópica de la piel, con un lugar destacado para el maestro Mario Robledo, en Medellín. Las escuelas de dermatología de Bogotá, Cali, Medellín y Manizales propiciaron la formación de especialistas en dermatopatología, para mejorar el estudio y manejo de sus pacientes, que tienen como punto de partida el diagnóstico preciso. Un avance importante se dio en 1966, con la vinculación del profesor Luis Alfredo Rueda al Centro Dermatológico Federico Lleras de Bogotá, repatriado desde Barcelona por el maestro Fabio Londoño. El Dr. Rueda, dermatólogo y dermatopatólogo, desarrolló un campo del conocimiento y una manera eficaz de interpretar la biopsia de piel, acentuando con ello la correlación clínico-patológica y contribuyendo a erradicar el concepto de “dermatitis crónica no específica”, con el que se informaban no pocas biopsias de piel.
2008-07-30 | 3,053 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 16 Núm.1. Enero-Marzo 2008 Pags. 8-9 Rev Asoc Col Dermatol 2008; 16(1)