La conciencia y el cerebro:

a propósito de La Flama Misteriosa 

Autor: Díaz Meza José Luis

Fragmento

COLIN MCGINN: ¿ASOMBRADO O ATAREADO? A partir de un artículo muy leído de 1989 y particularmente en La Flama Misteriosa (1999), el conocido filósofo de la mente Colin McGinn formado en Oxford y actualmente profesor en la Universidad de Rutgers, sostiene que tiene una respuesta convincente al milenario problema mente-cuerpo: la idea de que el misterio no tiene una solución accesible, al menos para nosotros los seres humanos. No se trata entonces de una explicación, sino de la idea que el asunto no tiene solución en términos de nuestra inteligencia. Algo similar había argumentado Thomas Nagel (1974) en su artículo clásico sobre qué se siente ser murciélago. Mediante una perspicaz argumentación lógica en ambos casos se llega a una conclusión similar que va más allá de un escéptico «ignoramos» para sostener un desanimado y sombrío «ignoraremos». Ahora bien, a diferencia de sus antecesores, estos filósofos distan de ser dualistas cartesianos. Están, por el contrario, convencidos de que la conciencia es un fenómeno natural indisolublemente ligado al cerebro, pero afirman que constituye una propiedad incognoscible de este órgano y para este órgano. A McGinn le parece profundamente asombroso que la conciencia surja de un tejido orgánico particular, es decir del cerebro, que no le parece muy diferente de otros tejidos celulares. El filósofo elimina someramente una explicación basada en la complejidad del cerebro diciendo que no se trata del número de neuronas o conexiones, sino de una propiedad ignota pero necesaria que denomina como C.

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2008-07-31   |   1,146 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 31 Núm.3. Mayo-Junio 2008 Pags. 239-246 Salud Ment 2008; 31(3)