Antecedentes históricos En 1954 una lluvia radiactiva proveniente de pruebas con armas nucleares en la isla Bikini causó quemaduras agudas en los isleños y, tiempo después, algunos niños expuestos manifestaron daño sobre la función tiroidea y otros desarrollaron neoplasias. Este hecho marcó un hito en la investigación de los efectos biológicos de las radiaciones ionizantes en la salud infantil. Otros dos incidentes tóxicos importantes acaecidos en la década de 1990, uno relacionado con la intoxicación por mercurio en viviendas construidas sobre una antigua fábrica de tubos fluorescentes y otro con el uso de metil-paratión, afectaron la salud de muchas familias y en especial, de niños. El manejo inadecuado del diagnóstico evidenció la falta de entrenamiento de los pediatras en materia de exposiciones ambientales y sus efectos sobre la salud infantil. Desde hace aproximadamente 50 años, al seguir prácticas estandarizadas, los médicos entendieron que las consecuencias de las exposiciones ocupacionales de los adultos podían extrapolarse a los niños. La comunidad pediátrica defiende las características propias del niño cuando sostiene que “…no se trata de un adulto pequeño” y, en la última década, reconoció la especial vulnerabilidad del feto y los niños frente a los agentes tóxicos químicos y físicos. Esta perspectiva ofrece a la pediatría actual un nuevo desafío: profundizar el conocimiento sobre el medio ambiente y su impacto en la salud infantil.
2008-10-06 | 959 visitas | Evalua este artículo 1 valoraciones
Vol. 106 Núm.5. Septiembre-Octubre 2008 Pags. 458-461 Arch Argent Pediatr 2008; 106(5)