En este apartado voy a revisar algunos elementos que pueden orientarnos para analizar si la eutanasia y el suicidio médicamente asistido son prácticas éticamente aceptables. Para facilitar la exposición, hablaré sólo de eutanasia en el entendido de que me refiero a las dos acciones, ya que ambas comparten dos aspectos esenciales: 1) que el paciente decide el final de su vida y 2) que para ello recibe ayuda de su médico. Hay cuatro preguntas clave para el debate bioético de la eutanasia, las cuales están relacionadas de tal forma que la respuesta afirmativa de una da lugar a la siguiente: 1) ¿Tiene derecho un paciente a decidir la terminación de su vida? 2) ¿Tiene derecho a pedir esa ayuda a su médico? 3) ¿Tiene el médico algún deber de responder a esa petición? 4) ¿Debe el Estado respaldar los derechos del paciente y el deber del médico? Conviene hacer dos aclaraciones. La primera, que el derecho de un paciente a decidir la terminación de su vida implica reconocer el mismo derecho a cualquier persona, lo cual remite al tema de la muerte voluntaria en general y, por tanto, al suicidio. Sin embargo, la eutanasia es una práctica ubicada en el contexto de la atención médica, de manera que las preguntas que propongo se limitan a dicho contexto y a la circunstancia de que el paciente que considera la terminación de su vida padece una enfermedad o una condición médica que le produce un sufrimiento o una situación de indignidad que a él le resulta intolerable.
2008-11-05 | 1,173 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 5 Núm.10. Julio 2008 Pags. 5-9 Dol Clin Ter 2008; V(10)