La defensa del idioma:

¿una batalla perdida? 

Autor: Repetto Horacio A

Fragmento

Francia es el país de occidente que más medidas ha empleado para defender su idioma y evitar el uso de palabras extranjeras para designar objetos cotidianos. Con la mal llamada “globalización” (la traducción correcta de este concepto acuñado en inglés es “mundialización”) este fenómeno se acentuó, sobre todo a nivel de los productos de consumo. En el lenguaje del comercio y del consumo esta batalla parece perdida. La literatura probablemente disponga de un mejor armamento para defenderse: la estética. Sin embargo, imagínense si se perdieran palabras como las usadas en las metáforas (por ejemplo: “Lo esencial de la vida fenecida –la trémula esperanza, el milagro implacable del dolor y el asombro del goce– siempre perdurará”. Borges JL. Inscripción en cualquier sepulcro, 1923) no entenderíamos –gozando al mismo tiempo– qué significan la esperanza, el dolor y el goce. Un ingenioso y profundo comentario publicado hace algunos años en Correo de la SAP por Horacio Lejarraga nos aportaba el “Réquiem para el verbo oír”. El párrafo inicial decía: “Absolutamente convencido de que ya nada puede hacerse para rescatar al verbo oír del desuso y el olvido, he decidido escribir este epitafio que no por ser doloroso deja de ser enfático”. Luego mostraba la diferencia de conceptos entre la actitud y la percepción (escuchar y oír; ver y mirar). El artículo era irónico, pero señalaba un hecho muy grave: la pérdida de la riqueza de comunicación de la imagen por el lenguaje. Esta diferencia hace al pensamiento, ya que el lenguaje es su representación y el idioma su marco.

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2008-12-05   |   800 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 106 Núm.6. Noviembre-Diciembre 2008 Pags. 489-491 Arch Argent Pediatr 2008; 106(6)