Autor: Gómez Uribe Luis Fernando
Uno de los planteamientos de fondo sobre los que se ha basado la defensa al llamado Sistema de Seguridad Social “en Salud” creado por la Ley 100 de 1993 es el de la conveniencia del fin del lucro 5 -de terceros-, a expensas del trabajo del médico, trazado en la organización del sistema. Sin embargo, los argumentos basados en este planteamiento parten de premisas que no necesariamente son ciertas, y por lo tanto, sus conclusiones no necesariamente son válidas. Así pues, una vez analizadas más de cerca dichas premisas, estrechamente relacionadas entre sí, la validez del argumento empieza a debilitarse. El propósito de este ensayo es el de analizar los sofismas –pues se trata de argumentos aparentes con los que se quiere defender lo que no es cierto– utilizados para defender un sistema que impone y legaliza el fin del lucro de terceros a expensas del trabajo del médico, y dejar al lector los elementos para considerar las conclusiones. Se muestran las supuestas premisas tal como se vienen planteando en el debate sobre la mal llamada “reforma a la salud”, haciendo paralelamente la crítica correspondiente a cada una de ellas. Al final se hacen unas anotaciones adicionales a manera de conclusiones y recomendaciones. Premisas básicas del argumento a favor del lucro de terceros, aprovechándose del trabajo del médico Desafortunadamente el manejo del lenguaje en la Ley 100 deja mucho que desear, pues es evidente, como lo veremos en este ensayo, el malabarismo semántico que utiliza para tratar de mostrar como ciertas las maravillas que se predican, aprovechándose para ello de la gran asimetría de información que existe sobre el tema en el común de la gente e incluso en buena parte de los médicos. Y todo ello no parece ser pura casualidad, pues como lo señalaba Jünger, “La influencia cada vez mayor que el Estado está empezando a ejercer en los servicios médicos, casi siempre con pretextos sociales, es algo que resulta sospechoso y que incita a la máxima cautela , advertencia que hace eco además a la opinión que formulara Orwells: “Es claro que la decadencia de un lenguaje ha de tener, en última instancia, causas políticas y económicas: no se debe simplemente a la mala influencia de este o aquel escritor” , señalando de paso los indiscutibles intereses económicos y políticos que encierra esta Ley. También es bueno recordar al respecto a Enrique Rojas cuando decía que “El hombre vive esclavo del lenguaje, con las palabras juega, en ellas se apoya, las acomoda a sus intereses y lleva su significado como mejor le parece. De este modo, denominando una cosa por otra, podemos alcanzar el fenómeno de la confusión”, pues como se verá en la primera premisa, denominando una cosa por otra y acomodando el significado de palabras como mejor les parece, han logrado confundir incluso a los médicos.
2009-01-09 | 786 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 30 Núm.2. Junio 2008 Pags. 82-101 Medicina Ac. Col. 2008; 30(2)