Autor: Pérez Delgado Sodely
La palabra ética deriva del vocablo griego ethos, el cual poseía en su origen dos significados diferentes. El primero, refería al lugar donde se habita, una definición que, enriquecida más tarde por múltiples influencias, aludía a la actitud interior, al lugar que el hombre porta en sí mismo. Esta acepción primigenia fue la adoptada por Heidegger como andamiaje para sustentar su tratado filosófico en torno del ser: “el pensar que afirma la morada del hombre en el ser”. El segundo significado apuntaba al singular modo de ser del individuo, al carácter adquirido por la fuerza del hábito. En un primer tiempo, la ética era considerada como el estudio de los principios morales que rigen el comportamiento de los pueblos, es decir, se la concebía como una teoría sobre los hechos morales. No es sino hasta bastante adentrada la modernidad, gracias a Kant, que la ética fue considerada como una disciplina filosófica distinta a la metafísica y diferenciada de la moral, lo que condujo a una definitiva discriminación conceptual entre dichos términos. Hasta entonces, ambos conceptos, ética y moral, eran usados como sinónimos. Si etimológicamente la primera proviene del griego, la moral lo hace del latín “mos” que significa carácter, norma, precepto, modo de vivir. Este hecho podría explicar, de algún modo, la confusión semántica aún hoy existente en algunos sectores del conocimiento formal y del quehacer social. Es frecuente el uso de la ética como adjetivo para calificar y evaluar el comportamiento de los individuos.
Palabras clave: Ética psicoanálisis.
2009-01-29 | 667 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 9 Núm.34. Enero-Marzo 2008 Pags. VITAE 2008; 9(34)