Autor: Ibarreche Beltrán José
El ejercicio médico es cambiante según la influencia personal que le imprimimos, según las experiencias vividas. Con el paso de los años, se acumulan vivencias que nacen de la vida misma y otras que nos enriquecen a través de la educación y la preparación profesional. Las experiencias modifican los conceptos, nuestras reacciones y actitudes, marcando las diferentes etapas de nuestro desarrollo. Enumerar las cualidades del médico nos remonta a William Osler, quien sostiene que «el equilibrio, la imparcialidad y la sabiduría, son los pilares que habrán de sostener la vocación, apoyándonos en las habilidades y destrezas». Si sostenemos que la vocación es nuestro ejercicio, sabemos que cada día se ve más expuesto a desviaciones de su concepción original. Es muy fácil olvidar los principios fundamentales que deben ser el paradigma en nuestro actuar. No se puede concebir que un médico sea solamente técnico, mero aplicador del conocimiento; requiere de un profundo sentido humanista y, sobre todo, de gran capacidad de decisión frente a las distintas situaciones que se van presentando. Es necesario e incluso obligatorio ser profesionales, responsables, íntegros, con sólida formación científica y técnica, así como tener un irrenunciable compromiso con la vocación de servir, y con el objetivo de tratar de lograr la salud y el bienestar de nuestros pacientes y de la comunidad.
2009-11-30 | 654 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 18 Núm.2. Marzo-Abril 2009 Pags. 33-34 Psiquis 2009; 18(2)