El difícil diagnóstico de la simple neumonía

Autores: González Pena Hebe, Ferrero Fernando

Fragmento

Establecer un diagnóstico es una actividad básica de los médicos, pero con frecuencia puede plantear dificultades, algunas relacionadas con la naturaleza de la enfermedad y otras con la nomenclatura que se utiliza. Es muy frecuente que los médicos utilicen diferentes términos para definir la misma entidad nosológica, de la misma manera que utilizan el mismo término para identificar cosas distintas. Este punto es particularmente importante cuando a partir de ese término se adopta una conducta terapéutica específica, que sólo será adecuada para una de las dos situaciones identificada por el mismo término. Como dijo Sempere: “El uso apropiado y preciso de un vocabulario específico sobre un área de conocimiento es crucial para la comunicación entre los especialistas en ese campo, y la medicina no es una excepción”. En pocas oportunidades esto es tan cierto como en las infecciones respiratorias agudas del niño. Términos como neumonía, neumonitis, neumonía atípica, neumopatía, bronquitis, bronquiolitis e incluso infección respiratoria baja aguda (IRAB) son utilizados a diario, y no en pocas oportunidades se suele confundir el alcance de su significado. Dentro de lo mencionado, un término que merece especial atención es el de neumonía. Tengamos en cuenta que si a un médico se le pide una definición de neumonía, es muy posible que inicialmente recurra a aquella aprendida durante sus estudios de grado en el libro de anatomía patológica de Robbins: “…solidificación exudativa (consolidación) del tejido pulmonar…”. Claro que defender el empleo de esta definición en la práctica diaria obligaría a efectuar estudio anatomopatológico de todos los pacientes en que se estableciera tal diagnóstico. Ante esta insalvable dificultad se recurre a definiciones basadas en la clínica: “…cuadro que comprende una constelación de síntomas y signos (fiebre, escalofríos, tos, dolor pleurítico, producción de esputo, matidez a la percusión, respiración bronquial, egofonía, estertores crepitantes, roce pleural) en combinación con, por lo menos, opacidades en los campos pulmonares en la radiografía de tórax.” (Harrison. Principios de Medicina Interna). Además, es muy posible que el mismo profesional al que entrevistamos aclare que el término neumonía, para él, implica etiología bacteriana.

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2009-12-03   |   1,070 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 107 Núm.6. Noviembre-Diciembre 2009 Pags. 483-484 Arch Argent Pediatr 2009; 107(6)