Autor: Tobar Flor
Cierta vez, en una consulta, una mamá me dijo: “lo que pasa es que Ud. nos trata como personas”, lo cual me llevó a preguntarme “¿y qué son, si no?”… ¡Personas! Tomé conciencia entonces de lo que me habían enseñado mis maestros de la facultad, cuando un examen se terminaba por no saber el nombre del paciente. Ser observadora de todo, hasta de la vestimenta. Y sobre todo, del saludo, la expresión, el habla, la forma de caminar, el aseo personal… todo nos podía indicar un diagnóstico en una “persona”. Esto marcó el desarrollo de mi profesión. Me llevó a descubrir que tampoco me hacía más médica el dirigirme a los pacientes “en difícil”. Por el contrario, era más difícil ser clara y sencilla... la sencillez de un niño… “Bajar la información”. Ahí estaba mi “saber”. La sencillez no amenguaba el grado de importancia. Contrariamente, lograba aún más la adhesión de los padres en el seguimiento y aprendizaje de pautas nuevas. La disponibilidad cambiaba. Los miedos de ambos se atenuaban… Sí, el de los padres y también el mío. Nadie me quitaba los conocimientos ni era menos eficiente por dar información sobre los diagnósticos.
2009-12-03 | 726 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 107 Núm.6. Noviembre-Diciembre 2009 Pags. 485 Arch Argent Pediatr 2009; 107(6)