No parece ser necesario pregonar el estudio de la historia de la medicina en una tribuna como ésta. No solo satisface la curiosidad intelectual de las mentes curiosas ni sirve solamente para dar a conocer las raíces de su arte a los que, practicándola, sienten la inquietud de conocer esas raíces. El conocimiento de la historia de la medicina rinde tantos frutos que puede satisfacer con facilidad las exigencias del más pragmático de los practicantes de la profesión médica. Añade una dimensión, la del tiempo, a lo que se sabe, da a conocer lo que se pensó antes sobre este o aquel problema, y por qué se descartó la teoría, y si fue o no justo que se descartara; hace reflexionar sobre la solidez de los conocimientos actuales, permite conocer y admirar a aquellos cuyo legado científico aprovechamos; ayuda a estimar con modestia lo que ahora se sabe y a reconocer que si acaso se contempla ahora un horizonte más amplio, es porque estamos parados sobre los hombros de gigantes; defiende del dogmatismo y de la rigidez; nos vuelve más dispuestos a ser flexibles, a no abrazar con ciego entusiasmo la última teoría ni el último invento; impulsa a redoblar el estudio reflexivo y crítico del último número de las revistas médicas. Hizo bien Laín Entralgo en criticar el optimismo histórico de los progresistas, cuya tesis es que “el contenido ocasional de cada saber científico asume todo lo valioso de cuanto el hombre supo hasta entonces acerca del tema a que ese saber científico se refiere, de modo que con el transcurso del tiempo se iría sabiendo más y mejor, sin dejar de saber lo que antes se supo”. El hombre, la humanidad entera, es capaz de errar, es capaz de olvidar y es capaz de cambiar súbitamente en sus puntos de vista desde los cuales es científicamente considerada la realidad. La verdad y el error nos han acompañado siempre, a lo largo de la historia de nuestra profesión, y su análisis, en la medida en que proporciona lecciones para el presente, constituye una prueba contundente de la importancia capital del estudio de la historia. He aquí algunos ejemplos de errores históricos ocurridos en el campo de la medicina interna.
2009-12-17 | 1,606 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 145 Núm.3. Mayo-Junio 2009 Pags. 255-258 Gac Méd Méx 2009; 145(3)