Autor: Ortiz Quezada Federico
Se acepta que la humanización se mide por las instituciones que la conforman. En este sentido, la creación de establecimientos para la protección de la salud es concomitante y reveladora del desarrollo de México. El año en el que se fundó el Instituto Nacional de Pediatría (1970) fue memorable en todos los sentidos. México contaba entonces con 48 313 438 habitantes, pero se advertía un acelerado crecimiento que obligaba a la protección de los infantes. En el Zócalo se descubrió un pequeño adoratorio azteca como símbolo premonitorio de lo que sería nuestra institución, ya que nosotros somos lo que hemos sido, el pasado le habla al futuro, y ese pasado de grandeza marcaría los derroteros de esta institución al cuidado del niño. Si antes la filosofía orientaba a la ciencia, los nuevos caminos científicos estaban informando a la filosofía. Desde entonces los médicos del Instituto Nacional de Pediatría mostraban una sabia articulación entre ciencia y humanismo. Los médicos del Instituto, inmersos en transformaciones cada vez más aceleradas, perciben con claridad el inicio de una época nueva basada en una cada vez mayor aceleración conforme pasan los días. El tiempo, tejedor de milagros, deja ver las modificaciones que aparecen en el campo médico: terapia intensiva para niños, investigaciones genéticas, desarrollo de imagenología, práctica de cirugía endoscópica, trasplantes de órganos y muchas otras investigaciones biomédicas, sin olvidar programas de medicina social como la Cartilla Nacional de Vacunación y el Seguro Popular. Los avances obtenidos en el Instituto Nacional de Pediatría permitieron que éste se convirtiera en un organismo autónomo el 19 de abril de 1983. Tal autonomía, como parte de los Institutos Nacionales de Salud, brinda la oportunidad de consolidar un mejor desarrollo científico-técnico. Era imperativo poner énfasis en los programas científico-técnicos que trasformaban la medicina; lo cual obliga al uso de equipo e instalaciones hospitalarias cada vez más complejas y costosas.
2010-01-11 | 1,069 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 6 Núm.3. Mayo 2009 Pags. 3-4 Dol Clin Ter 2009; 6(III)