Autores: Uzcátegui Vielma Antonio José, Morela Rojas Carmen, Martínez Carmen, Méndez Jiménez Luís Alberto, Pantoja Rivas Jannetty Hercilia
Introducción: Los trastornos del aprendizaje (TA) son alteraciones del desarrollo infantil que se manifiestan principalmente con dificultades en el aprendizaje de las habilidades académicas, con alta incidencia de anormalidades electroencefalográfícas de diferente grado, que incluyen ondas fusionadas (Pi) en áreas occipitales, paroxismos focales o generalizado de 6-14 Hertz, descargas de puntas (focales), especialmente en áreas temporales y occipitales. Objetivo: Correlacionar los hallazgos electroencefalográficos con los diferentes TA, en niños de 7 a 12 años, que acuden a la consulta de neuropediatría del Hospital Pediátrico “Dr. agustín zubillaga” de Barquisimeto. Métodos: Se les practicó electroencefalograma a 31 niños que conformaron la muestra. se realizó un estudio descriptivo y transversal, para determinar la correlación electroencefalográfica en niños escolares que cumplieron los criterios de inclusión. Resultados: De los EEG realizados, 54,8% resultaron normales y 45,1 % anormales. el mayor porcentaje de trazados fueron lentos (64,2 %), seguidos de focales (35,6%) y generalizados 14,2%. se encontró un predominio de anormalidades electroencefalográfícas en varones (32,2%), en los que prevalecieron los trastornos focales (35,6%) vs las hembras (12,9%), en las que resaltaron los trazados generalizados (14,2%). Conclusiones: el diagnóstico de los trastornos de aprendizaje es eminentemente clínico, psicológico y académico y no es descartado por un examen neurológico normal. El electroencefalograma constituye una herramienta útil en su valoración, con sensibilidad adecuada y especificidad baja. En muchas ocasiones es la única evidencia objetiva de la disfunción cerebral.
Palabras clave: Trastornos de aprendizaje escolares lectura expresión escrita EEG.
2010-01-13 | 972 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 72 Núm.1. Enero-Marzo 2009 Pags. 13-19. Arch Venez Pueri Pediatr 2009; 72(1)