Fragmento

El mundo del paciente depresivo es siempre peculiar o único. Aquí luce más que en ningún otro sector clínico el lema «no hay enfermedades sino enfermos». Dentro de esta diversidad conviven los enfermos depresivos completos con los parciales. El mundo depresivo completo, según mi captación clínica con el método fenomenológico-estructural, se distribuye en cuatro dimensiones: el humor anhedónico, la anergia o carencia de impulso de acción, la discomunicación o falta de sintonización interpersonal y espacial, y la ritmopatía o desregulación de los ritmos. Este mundo depresivo completo o tetradimensional suele alcanzar al tiempo una gran intensidad sintomatológica. Cuando la densidad mundana depresiva no es tan intensa, su sintomatología se extiende sólo a una, dos o tres dimensiones. En la población depresiva abundan los enfermos anérgicos, discomunicados o ritmópatas sin sintomatología afectiva de cierto relieve. Un tropel de enfermos que no encajaría, por lo tanto, en la rúbrica de los trastornos afectivos, por lo que a la luz de los manuales DSM no podrían ser identificados como pacientes depresivos. El consenso científico internacional sobre la depresión se alimenta de vaguedades. Se admite en todas las latitudes poco más que esto: estamos ante una enfermedad o un síndrome mortificante, generado por la interacción entre factores genéticos y ambientales, de curso dilatado y sometido a recaídas o recidivas, con una morbilidad excepcionalmente elevada.

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2010-01-15   |   946 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 32 Núm.6. Noviembre-Diciembre 2009 Pags. 443-445 Salud Ment 2009; 32(6)